Si en una conversación nos logramos enfocar en las preguntas que subyacen a las respuestas que cada uno tiene, el campo de encuentro y de negociación se amplía y las posibilidades se multiplican. Entonces será posible plantear un diálogo basado en intenciones en lugar de posiciones, que es lo que comúnmente nos sucede.
A la pregunta sobre qué es ello que atraviesa mi trabajo debo responder primero colocando a lado-y-lado algunos ejemplos de obras:
Plataformas, objetos-espejos, obras vivas, dibujos espaciales, plantillas, objetos, contenibles, improntas, intervenciones en el espacio, fotografías e instalaciones.
Y luego pedir que se experimenten desde un punto muy humano; con ello, quiero decir que no es necesario ser historiador o crítico para experimentarlas. Le apuesto a que mi trabajo se experimente en el espacio de lo cotidiano. Eso me gusta. Me gusta también hacer preguntas, más que afirmaciones; busco construir plataformas y plantear juegos, dejar espacio para la opinión, el recuerdo, inclusive la insatisfacción. Porque cuando las cosas no están totalmente dadas y no son tan obvias, el público debe aportar, participar y convertirse en cómplice, actor y en el mejor de los casos co-autor de mi trabajo. Incluso hay casos en que yo como artista me limito a fomentar la acción.
Para ello, el fundamento de mi proceso plástico es entender cómo funcionan las cosas y entonces remover información y dejar espacio libre . Darle la prioridad al vacío de la materia, entre palabras o imágenes, para que el significado de la obra responda más a una inquietud compartida que a una respuesta personal e independiente expresada por mi parte.
Los japoneses tienen un concepto denominado Aida. Se refiere al espacio y el tiempo que hay en el intermedio; es el intervalo que permite que dos o más "cosas" (acontecimientos, personas, palabras, acciones) tengan y experimenten su individualidad y, al mismo tiempo, es el espacio que permite que se desarrolle una relación entre ellas. Aida, é–“ designa no solamente una distancia en línea recta entre dos puntos, sino también una conciencia simultánea de ambos polos como unidades individuales.
Osozaki Arata, el arquitecto japonés reconocido por introducir el concepto en los ideales estéticos occidentales, prefiere leerlo como Ma. Incluso, en un uso simple y unidimensional, Ma posee una ambivalencia peculiar que significa distancia o intersticio y conexidad o polaridad
Por ejemplo: Ma designa un espacio vacío dejado para los dioses — el kami .
En ese orden de ideas, Ma es el lugar reservado para que nos visiten ¿Si se llenan todos los espacios, dónde se van a sentar quienes lleguen de sorpresa?
¿Y si no hacemos silencio alguno, cómo podremos escuchar a quien nos habla?
Al dejar espacio en un baile o en una escultura, ¿no dejamos espacio para respirar, para tener ideas y emociones propias? Si se llenan todos los espacios, cómo puede el publico participar del proceso creativo y agregar?
Así, a la pregunta sobre qué es lo que atraviesa mi propuesta estética puedo responder con claridad: es el interés de dejar, crear, definir y ofrecer espacios, tiempos, motivos y condiciones para que cada persona experimente su propia poética y encuentre respuestas personales a inquietudes que subyacen y que compartimos.